viernes, 19 de diciembre de 2014

Don Jaime, de Amarillo

Este pasado fin de semana nos llegaba la noticia del fallecimiento en Sevilla del sacerdote salesiano Don Jaime Gil Vázquez, miembro que fue por muchos años de la comunidad salesiana de Gran Canaria. Un hombre que dejó huella, no solo entre la juventud sino en la sociedad, en particular de la isla de Gran Canaria, no en vano fue capellán de la U.D. Las Palmas por varias temporadas. Ahora que el equipillo de la tierra está mirando p ́a Primera, es bueno recordar figura de esta persona, que momentos antes de cada partido, iba a darles ánimos, fuerzas y rezar un poco, minutos antes de entrar en el terreno de juego.

Don Jaime tenía 84 años de edad y había cumplido 64 de salesiano y 54 de sacerdote. Su funeral se celebró en la mañana del domingo 14 de diciembre en la Basílica de María Auxiliadora de Sevilla. Había nacido en Morgade, Orense en 1930. Hizo el Noviciado en San José del Valle donde profesó en 1950. Estudió Filosofía en Utrera Consolación. Tras una temporada en el Colegio de Las Palmas de Gran Canaria, se traslado a Posadas (Córdoba) donde estudió Teología, ordenándose sacerdote en la capital andaluza en 1960. A partir de ahí inició un recorrido por muchas regiones de España, destacando su estancia en Canarias. En Las Palmas de Gran Canaria estuvo en varias ocasiones: 1952 - 56; 1960 - 61, y 1991 - 2012. Estuvo también en el Colegio Salesiano de nuestra Villa de Teror, desde 1961 a 1964. Y también estuvo en La Orotava, desde 1976 a 1979. Desde finales del pasado junio Don Jaime formó parte de la Comunidad “Don Pedro Ricaldone” de Sevilla, ciudad en la que ha fallecido. Estuvo, además en Avellaneda (Argentina), Barcelona, Pozoblanco y Antequera.


En su estancia en Gran Canaria, destacamos su vinculación con la UD Las Palmas, como asistente religioso. A no pocas personas llamó la atención de que un cura estuviera presente en el vestuario amarillo antes de cada partido. En estos tiempos que corren no es normal que eso suceda: que un cura se reúna con un grupo de futbolistas para rezar juntos y darse fuerza psicológica. Desconocemos si esa iniciativa se ha lleva a cabo en otro conjunto profesional del mundo del fútbol donde en muchos casos lo único que parece importarles es el dinero, la popularidad y los negocios que rodean a este deporte.

Don Jaime realizó estas labores en tiempos del entrenador Juan Manuel Rodríguez quien justificó la presencia del sacerdote en el vestuario en que él era un hombre religioso, afirmando que tenia fe ciega en Dios y que “ningún jugador amarillo no tiene ningún problema en hacerlo. En suma que tenemos un párroco como lo tienen todos los equipos deportivos”. En estos momentos desconocemos si el ex técnico de la UD, estudió o no en algún colegio salesiano. Pero como antiguo alumno del Colegio de Teror sabemos de la importancia que tiene un salesiano en medio de jóvenes. En aquel momento Don Jaime era miembro de la Comunidad Salesiana del Centro de Las Palmas de Gran Canaria, además de ser titular de la Parroquia de María Auxiliadora del Barranquillo de Don Zoilo.

En un comentario de aquellas fechas recuerdo que afirmaba que contra lo que algunos pensaban, la presencia de Don Jaime entre la plantilla amarilla no era un amuleto ni un fetiche, ni tampoco una especie de práctica de brujerías para afrontar los partidos en casa. El rezaba con los jugadores instantes antes de saltar al césped, recalcándoles el refrán de que “a Dios rogando, y con el mazo dando”. Sencillamente les insuflaba “confianza y espíritu de trabajo, diciéndoles además que “la permanencia se conseguía si la cantera trabajaba y olvidaba las tentaciones”. En algunas ocasiones, y por este motivo, fue noticia en los medios de comunicación. Siempre decía que él no ganaba los partidos; “sólo indico el camino dando ánimos”.

Sin especificarlo, Don Jaime expresaba ante los jugadores amarillos la filosofía salesiana ante los jóvenes, tal y como lo hacía Don Bosco en la Italia de su tiempo. El Fundador de los Salesianos supo transmitir un modo de vivir y trabajar: una combinación de vida y acción que los antiguos alumnos conocemos como el “espíritu salesiano”. El secreto del éxito de Don Bosco¬ educador fue su intensa espiritualidad que une en ella el amor de Dios y el amor al prójimo. “No hay lugar para el desánimo ante las dificultades”, decía. Precisamente eso fue lo que Don Jaime como capellán de la UD pretendía de sus jugadores. Quizás, desde el cielo o donde quiera que esté, estará ataviado de la bufanda amarilla celebrando al final de la temporada el ascenso a Primera División. ¿Por qué no?...

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